"Llega la primavera un año más y, con ella, los informativos se acuerdan de que existe algo llamado alergia. Los que sufrimos este mal durante el resto del año quedamos marginados por aquellos que sólo están sensibilizados ante pólenes varios. Sea como sea, lo cierto es que el inicio de la estación no sirve para hablar de una de las enfermedades de mayor incidencia en nuestro entorno, y por eso me gustaría aprovechar para dedicar un post a explicar qué son exactamente la alergias.
La alergia es una reacción de hipersensibilidad, esto es, una reacción desproporcionada del sistema inmunológico ante un estímulo, el alergeno, que en condiciones normales no debería desencadenarla. La mayoría de estas situaciones se dan mediante la mediación de un anticuerpo del tipo IgE y se dan más frecuentemente en sujetos atópicos. Pero vayamos por partes…
El sistema inmune es una de las barreras que nuestro cuerpo presenta para evitar la entrada de objetos extraños al organismo. Uno de los elementos fundamentales para el buen funcionamiento de la inmunidad es el anticuerpo, pequeñas cadenas protéicas segregadas por los linfocitos B (unas células especializadas) que reconocen de forma específica sustancias ajenas al cuerpo. Hay varios tipos de anticuerpo, el que ahora nos ocupa, y el responsable de las alergias es el IgE.
La atopia es una condición hereditaria, de origen y mecanismo poco conocidos, que da lugar a una propensión a sufrir procesos alérgicos mediados por IgE. Parece estar relacionado con defectos del brazo largo del cromosoma 11.
Un alergeno es una sustancia cualquiera capaz de desencadenar una reacción alérgica.
Una vez aclarado estos dos conceptos, veamos de forma sencilla cómo se produce una reacción alérgica, que es el verdadero propósito de este artículo:
En condiciones normales, cuando vamos paseando por el campo, el aire que respiramos puede llevar consigo cuerpos extraños, como granos de polen. Estos elementos son atrapados por las barreras físicas de las fosas nasales (moco y pelo) y, en sujetos no alérgicos, serán degradados o expulsados por el propio moco mediante mecanismos que no nos interesan ahora mismo. En los pacientes alérgicos, sin embargo, el grano de polen supone el contacto de un alergeno con la mucosa nasal.
En dicha mucosa nasal, como en todas las del cuerpo, los alérgicos tenemos gran cantidad de anticuerpos de tipo IgE. Éstas proteínas reconocen a los alergenos, lo que les hace activar a un tipo especial de célula. Son los llamados mastocitos. Las células cebadas, como también son conocidas, contienen varias sustancias, a las que nos referimos genéricamente como "aminas vasoactivas". La más importante y la mejor conocida de todas ellas es la histamina. Su función es, entre otras, la de iniciar un proceso inflamatorio a nivel local. Cuando las IgE activan a los mastocitos, éstos liberan grandes cantidades de histamina, que es la responsable de los síntomas típicos de las alergias.
En nuestro ejemplo, la reacción alérgica se produce en la nariz, así que su manifestación serán estornudos, picor y secreción de moco. Es lo que se conoce como rinitis alérgica. Pero dependiendo de dónde se dé el contacto con el alergeno, los síntomas serán diferentes. Podemos destacar los siguientes:
- Rinitis alérgica, en la nariz;
- Conjuntivitis alérgica, en los ojos;
- Asma alérgico, en los bronquios;
- Dermatitis atópica o urticaria, en la piel;
- Reacciones anafilácticas sistémicas en el caso de medicamentos o picaduras de insectos que alcancen el torrente circulatorio.
Viendo el esquema que abre el artículo, y la explicación de los párrafos anteriores, cabría pensar que el tratamiento frente a las alergias debería ser muy efectivo, ya que conocemos bien su etiopatogenia. Sin embargo, los que las sufrimos sabemos que nada se aleja más de la realidad. Lo cierto es que se están investigando más vías de activación de las crisis alérgicas, ya que los fármacos de los que disponemos apenas producen cierto alivio sintomático.
Para combatir la alergia contamos con los antihistamínicos, fármacos que bloquean a la histamina, pero que en su mayoría también producen variable grado de somnolencia. Tenemos preparados contra los diferentes síntomas, como corticoides intranasales o cutáneos, que combaten la reacción inflamatoria, pero que cuentan con importantes efectos adversos.
Cada vez se trabaja más en mejorar la inmunoterapia, o vacuna antialérgica. Aquí los resultados parecen ser más satisfactorios y se espera poder obtener curaciones a largo plazo. El mecanismo es el de introducir por vía subcutánea o sublingual dosis decrecientes del alergeno que pretendamos combatir. Con ello se busca aumentar la tolerancia a dicha sustancia, mejorar la calidad de vida y disminuir la dependencia de medicamentos. En la columna de los contras, hay que apuntar que requiere una importante disciplina por parte del paciente, que durante largas épocas tendrá que "pincharse" regularmente.
Cualquier tratamiento contra esta enfermedad, debe ser prescrito y supervisado por un médico alergólogo después de hacer las pruebas pertinentes. Las alergias no son un juego, y sus remedios mucho menos.
Y esto es todo. Estaré encantado de resolver, en la medida de mis posibilidades, cualquier duda que deseéis plantear. Espero que la lectura de este artículo sirva para que se comprenda un poquito mejor a los alérgicos y esta enfermedad que amenaza con afectar a un sector cada vez más amplio de la población.
Alberto Alvarez-Perea
P.D.: La liberación de histamina puede producir en los sujetos mal humor. Así que ya sabéis, cuando veáis a una persona que estornuda mucho, apenas puede abrir los ojos y que con una mano se limpia la nariz y con la otra se rasca el cogote, no le hagáis preguntas absurdas del estilo de "¿Te has tomado el medicamento?", "¿Estás con la alergia?" o "¿A qué tienes alergia?". Lo más probable es que recibáis una respuesta poco cortés."
(vía: Moonshadow)
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